El periódico, tal como hoy lo conocemos, nació en
Inglaterra, en el siglo XVIII. Con anterioridad a esta fecha, existieron
ciertas formas de comunicación social.
Ya en la Roma antigua existían distintos medios de
información pública: Las Actas públicas o Actas del pueblo consistían en una
serie de tablones expuestos en los muros del palacio imperial o en el foro, en
los que se recogían los últimos y más importantes acontecimientos sucedidos en
el Imperio. Los subrostani se ganaban la vida vendiendo noticias o fabricando
informaciones sensacionalistas y sin sentido.
En la Edad Media surgieron los mercaderes de noticias que
redactaban los Avisos, también llamados folios a mano. Consistían en cuatro
páginas escritas a mano, que no llevaban título ni firma, con la fecha y el
nombre de la ciudad en que se redactaban. Se vendían en los puertos y ofrecían
informaciones del mediterráneo oriental (lugar en que se desarrollaba la
actividad bélica de las cruzadas), recogían noticias facilitadas por marineros
y peregrinos. Estos avisos tuvieron un gran éxito y enseguida fueron censurados
por las autoridades de toda Europa. También nacieron en torno a los puertos los
Price-courrents que daban informaciones sobre los precios de las mercancías en
el mercado internacional, los horarios de los barcos, etc.
En los últimos años del siglo XIX y primeros del XX,
surge en EE.UU y algunos países de Europa una nueva generación de periódicos el
llamado new journalisme o nuevo periodismo, cuyo ejemplo paradigmático fue The
World, de Pulitzer. Son los primeros periódicos de masas. Aumentan
espectacularmente sus tirada, incluyen muchas páginas de publicidad, se
establecen en grandes edificios y obtienen unos beneficios insospechados hasta
entonces.
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